viernes, 23 de octubre de 2009

EL REFUGIO DE LA CULTURA

Perla-Mode, en el barrio rojo de Zürich, era una tienda de ropa de unos paisanos (judíos, no argentinos), que estaba cerrada y fue ocupada por artistas. Laura nos invitó a conocer el lugar el martes a la tardecita, ya que se inauguraba "About now", una exhibición sobre el concepto de fotografía y poloraid curada por Veronika Spierenburg, que prometía además "live action" (no sé cómo traducir esto, yo diría "acción en vivo", pero quizás es todo un concepto con nombre propio en castellano y yo lo desconozco).

A la entrada había una mesita en la que uno de los artistas nos pidió algo que, entre su mal inglés y el mío, me pareció que era una identificación, a la cual le iba a sacar una polaroid que luego formaría parte de su performance. Muy motivada, le di nuestros carnets de periodistas, aclarándole, porque me pareció que le iba a gustar saberlo, que el mío era falso, que lo uso para entrar a los museos gratis. Después entendí que lo que pedía en realidad eran tarjetas personales de las de papel que la gente entrega y que yo, que soy malísima para autopromocionarme, no tengo.

La primera perfomance también tenía que ver con las polaroids. La performer se sacaba fotos a sí misma, a la pared blanca, a las polaroids que iban cayendo al piso, al público (una sola). Usó cinco máquinas. Uno se preguntaba qué iba a hacer con todas esas fotos, y también qué quería decir ese cuerpo, porque había una composición aunque no se terminaba de entender qué era (ni tampoco generaba demasiado interés, a decir verdad). Pero cuando se le acabó el último cartucho, se acabó también la performance.Después dos chicas que parecían asistentes del lugar, se ubicaron en lo que era la vidriera de Perla-Mode, sobre la Langstrasse. Tenían un tubo que había llegado por correo, con su correspondiente cartelito de "Handle with care". El tubo contenía las instrucciones del artista para montar su obra, un vinilo que debía ser pegado en el vidrio. Cuando estaban por abrirlo, apareció corriendo un chico muy tímido, de anteojos, que en inglés contó que era el fotográfo, que se había arrepentido, que no quería exhibir esa obra, que de pronto le parecía mejor aprovechar la situación de tantos artistas ahí reunidos (y ese "ahí" incluía la calle, por la que pasaba la gente que miraba hacia adentro con cara de sorpresa), para decir algo importante al mundo. Sólo que no se le ocurría qué cosa importante se podía decir. ¿Alguien tenía alguna idea? Sólo mi prima Laura hizo una propuesta, cosa que me enorgulleció, ridículamente. Se notaba que el pibe estaba actuando, porque aunque él era muy natural, la situación (el artista que llega corriendo de la calle porque se arrepintió de lo que mandó) era inverosímil. Finalmente abrían el tubo, que contenía un vinilo con el texto exacto de todo lo que él había dicho, didascalias incluidas ("llega corriendo", "se toca los anteojos", etc). De ese vinilo recortaron algunas letras con las que formaron la leyenda "Handle with care", que sigue pegada en la vidriera de Perla-Mode.

Más tarde Jose se puso a charlar con el fotógrafo, que se llama Michael Eddy, es canadiense y vive en Beijing. Nos contó que eso que había hecho, era lo que le había pasado ante la convocatoria para participar de la exhibición. De verdad quiso decir algo importante y de verdad no se le ocurrió qué. Le pareció raro que yo le preguntara si era realmente fotógrafo y no actor, y de hecho comentó que le había costado memorizar sus líneas.

Vimos algunas otras perfomances antes de volver a lo de Laura, que había invitado a algunos amigos a cenar. Cada rincón del lugar se iba ocupando con las obras de los fotógrafos. Pero más allá de lo interesante del lugar y del ambiente (todos charlaban con todos, enseguida te preguntaban, en el idioma que se pudiera, de dónde eras y qué hacías), y del hecho de hacer del montaje de la exhibición una obra en sí, ninguna otra me llamó la atención. En el subsuelo, un fotógrafo "revelaba" fotos que le hubiera gustado sacar o en las que le hubiera gustado formar parte, mientras nos pedía que cerráramos los ojos y nos contaba de qué se trataban, pero como el lugar no estaba a oscuras, las fotos no salían. La idea era ingeniosa, pero la dramaturgia se quedaba corta para mi gusto. Algo similar pasó con las polaroids de las tarjetas de los presentes, entre ellas nuestros carnets de periodistas: montaron un estante en una de las paredes, pusieron una foto al lado de la otra... y nada más.

"Mine is fake"

El viernes anduvimos por el Cabaret Voltaire, el café donde se dice que se fundó el dadaísmo. Había alguna especie de encuentro de artistas, entre ellos el curador de The voice and its double, un proyecto online que se presentó en Perla-Mode el miércoles (pasábamos justo a esa hora con las bicis por ahí y nos metimos a chusmear). Estaban debatiendo sobre radio y arte, habían hecho un break y antes de retomar iba a haber... ¡sí, adivinaron, una performance! Dos hombres de pie, mirando hacia diferentes lados. Dos radios a pila, cables que iban de las radios a las bocas de los hombres. Si respiraban, si abrían la boca, se oía la radio. Nuevamente, ingenioso el mecanismo y ninguno el contenido. Hay que conceder que era algo que podía ser un disparador para lo que estaban discutiendo, que no era un espectáculo en sí. Pero de todos modos no pude dejar de armar sentido con todo lo que vimos estos días. Todos los recursos y nada que decir. Zürich es una de las ciudades más ricas del mundo. Se dice que debajo de la calle están los lingotes de oro, y si no es verdad en un sentido literal, es verdad en un sentido metafórico. Fue elegida en los últimos años la ciudad con mejor calidad de vida. Todo es lindo, todo funciona. Es la capital cultural de Suiza. Se nota que hay mucha plata para proyectos artísticos, del Estado, de empresas como Polaroid, de fundaciones. Hasta para las expresiones alternativas, radicales, de resistencia o como se las quiera llamar. Y hay también ese vacío que Michael Eddy expresó tan bien, tan escuetamente, con tanta naturalidad: quiero aprovechar esta vidriera para decir algo importante al mundo y no sé qué.


Mientras tanto, en el Cabaret Voltaire, se acumulan las capas y capas de intervenciones artísticas.

4 comentarios:

Marie dijo...

no tengo tiempo de leer todo ahora pero nada más te quiero decir: cómo te fuiste sin tus tarjetas personales personalizadas? io te ammazzoooooooo

lali balbi dijo...

uy, como me gusta todo esto

live action es acción poética/ perfomance, na? YO QUIERO YA!
(ay, mi costadito minujiniano siempre vigente!)

Nuri148 dijo...

Para mí, el único tema del que puede ser disparador una "performance" es el grado de ladritud del que la monta...

Malena dijo...

Este post es muuy bueno!