sábado, 5 de diciembre de 2009

SAN NICOLÁS

Cuando Saskia me dijo que nos quedáramos hasta el 5, que era la fiesta de San Nicolás, muy tradicional acá en Holanda, no me imaginaba esto. Creo que pensé en algo parecido al desfile de Reyes que vi una vez en Sevilla, con los susodichos en camiones abiertos arrojando golosinas a los chicos, pero en este caso a niños rubios. Y Máxima, me imaginé también a Máxima, no sé bien qué hacía, pero ahí estaba.

Después de una semana en Holanda, y habiendo visto lo que vi, creo que puedo intentar explicar este fenómeno.

San Nicolás es el Papá Noel local, o más bien su antecesor. Deja hoy sus regalos, aunque la entrada al pueblo la hizo a mediados de noviembre. Tiene un gorro de obispo y un ayudante, que es el Negro Pedro. Es decir, tiene un esclavo negro.


También pueden ser varios los negritos. Ojo, son blancos pintados de negro, no negros de verdad. Parece que alguna vez hubo polémica en la sociedad holandesa al respecto, pero la tradición fue más fuerte y el Negro Pedro sigue cargando la bolsa con regalos. Eso sí, si te portás mal, te pega con unas varillas que tiene en la mano y te mete en la bolsa. San Nicolás no se mancha las manos.

Saskia me explicó todo esto mientras decapitábamos un San Nicolás de chocolate con leche que nos había regalado Martha en Bruselas.

Para San Nicolás, las familias se hacen regalos, pero no a la marchanta. Acá está todo previsto. Se hace un sorteo tipo amigo invisible. Existe incluso un sitio web que asegura que no haya repeticiones. Porque cada uno recibe varios regalos de distintos "San Nicolás". Por lo que entendí, reciben uno grande, uno pequeño y una sorpresa. La sorpresa es alguna manualidad. Y además hay que escribir poemas, en los que se carga al destinatario con el que haya sido su tema más importante del año. Quién le regala a quién, es secreto. Durante muchos días supe a quién le regalaba Saskia y a quién le regalaba Roeland y estuve a punto de sucumbir y esparcir la información, pero Jose me contuvo al grito de "bocona".

La gente se pone muchísimo las pilas con las manualidades. Saskia, que además dibuja muy bien, hizo para su cuñada (ya se puede contar) un calendario de comidas para la semana, con sugerencias de recetas de acuerdo a las actividades de ella de cada día, y papel para que se anote lo que tiene que comprar. Roeland le hizo a su cuñado una especie de revista sobre motos, que parece que le gustan mucho, y muchos chistes en holandés que obviamente no entendimos.



No les habíamos confirmado a Saskia y a Roeland hasta cuándo nos quedábamos, así que no contaban con nosotros y comían con la familia de él. Mejor así, porque ellos hablan sólo holandés y nosotros no. Además, pensé yo, les descuajeringábamos el sorteo. Cuando volvimos de dar nuestra última vueltita por Utrecht, nuestra última vueltita del viaje, nos encontramos con un poema de Roeland y nuestras letras de chocolate, que son otra tradición. Bueno, en realidad eran dos letras S, ahora que lo pienso quizás eran sólo para Jose y representaban su apellido.

Nosotros acabamos de escribirles unas "Coplas Argentinas de San Nicolás", sumándole a la consigna vernácula un poco del humor más picante de nuestros pagos. Los regalos que traíamos para ellos (un comic para Saskia que es muy fanática, las medias del Trico para Roeland que es muy futbolín) se los dimos el primer día. Pero bueno, algún chocolate belga nos sacará de apuros.

¡Qué pena! Acabo de darme cuenta de que el poema de Roeland, en su graciosísimo español, ya está en la valija. Y como hoy hice la valija en apenas 50 minutos y sin ponerme a llorar ni pelearme en ningún momento, no quiero tocarla. Una vez más, las fotos se hacen desear.

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