jueves, 29 de octubre de 2009

UN MATECITO A ESCONDIDAS

Casi todos nuestros paseos vespertinos los hacemos munidos de mate. Eso implica que cargue el termo lleno durante buena parte del día, pero el esfuerzo siempre termina rindiendo. El mate, ya lo sabe el mundo, es un gran compañero, ayuda a paliar el hambre y, además, aporta calorcito cuando el día se empieza a apagar.

Ayer estábamos tomando mate, mientras paseábamos por Montmartre. Me costó subir unas escaleras muy empinadas pero disfruté muchísimo de la vista cuando pude recuperar el aliento. Seguimos caminando, nos perdimos, nos volvimos a encontrar, entramos a un negocio a mirar unas chucherías cuando la vendedora me pidió un mate en perfecto castellano. Se la veía emocionada con la posibilidad de tomar un mate. Quedaba poca agua, pero le serví los tres mates que quedaban. Ella nos contó que era argentina, que había vivido en Villa Crespo pero se había criado en Castelar, que hizo el secundario en la Ort, que estaba estudiando Ciencias Políticas en Paris y que estaba aprendiendo un montón del intercambio cultural con otros jóvenes que estaban en una situación parecida a la de ella. Tomaba los mates en el único rincón del negocio en el que no estaba a merced de la cámara a través de la cual la vigilaba su jefe, vaya a saber desde dónde. "No quiero que piense que es droga", dijo, con toda razón (el mate da muy sospechoso, admitasmolo).

La clienta que estaba esperándola en la caja, mientras ella seguía sacándonos charla y tomando mate, también había vivido un año en Buenos Aires y dijo las pocas palabras que se acordaba en español. De golpe, todos nos hablábamos en castellano en pleno Paris. "¿Pagás con tarjeta?", le preguntó la vendedora a la rubia, que entendió perfectamente. Antes de irnos, ella se animó a hacer la pregunta que estuvo sobrevolando la charla desde que empezó: "Ustedes, ¿son judíos?" Sí, respondi, vos también, ¿no? le repregunté. Era demasiado obvio que era judía, no sólo por el dato de la Ort, sino por la tremenda portación de cara que tenía (era una turquita prototípica). Sí, aceptó, y dijo que había sospechado que éramos judíos porque vivimos en Almagro (esa relación no la entendí) y, también, por la cara (de esa parte me hago cargo yo). Antes de irnos le dejamos la dirección del blog, así que, Florencia, si estás leyendo, te mandamos un saludo y te avisamos que te robamos un par de aritos. No, mentira, un judío jamás le robaría a otro judío.

5 comentarios:

Malhumoretti y Neptuno dijo...

ay! que lindas cosas de leer, por unos segunditos me olvido de la oficina y viajo, y viajo, y viajo...

Toro dijo...

Bueno, una estudiante judía de ciencia política en París, ¿qué pensará Perez con su plitología tan UBA?

Ahora me intriga saber el nombre completo. El mito de que todos los comunitarios nos conocemos nos lleva inconscientemente a preguntar nombre apellido, escuela y club(?)

Seguro es amiga de algún primo. O conoce a alguna ex. Es infalible.

Por cierto, el diario de viaje es muy agradable compañía para los no viajantes, sigan pues.

GC es un grande dijo...

uy si...a mi siempre me ven cara conocida en absolutamente todos lados...la portacion de cara es lomenos... :(, si, tambien judia, tambien de almagro...

eliana dijo...

yyy... villa crespo, almagro y once sumado a portación de cara, dan casi para afirmarlo. Y un floresta también...

Anónimo dijo...

seguro que un amigo de un amigo de un amigo la tiene en el feisbuk !
demograficamente hablando hoy x hoy almagro es mas barrio judio que villa crespo