domingo, 8 de noviembre de 2009

NO HAY NADA QUE FESTEJAR

Desde que llegué a Berlín que siento que no hice otra cosa que trabajar para una nota que acabo de terminar y que mañana reeleré con más luces para luego entregársela a la editora de la revista del diario Crítica. Si todo sale bien, y creo que así será, se publicará el próximo domingo. Desde Buenos Aires, me imaginaba que este artículo iba a ser más fácil de hacer. "¿Cómo vive Berlín los 20 años de la caída del muro?", supuse que iba a ser el eje. Grande fue la sorpresa cuando, una vez acá, empecé a sospechar de que a nadie le interesaba esta fecha, sólo a los medios de comunicación y a los políticos que sacan algún rédito con él. Las primeras personas que contacté no se mostraron muy entusiasmadas con compartir su testimonio y me encontré con la barrera del idioma cuando pensé en charlar con gente normal, en la calle o en bares.

Por suerte, antes de salir de Paris, le escribí, en un gesto desesperado, a una periodista de Clarín cuyo mail aparecía en un especial sobre el muro. Le conté mi situación y me pasó el contacto de Javier, un periodista argentino que vive acá y que es traductor. Le escribí y quedamos en vernos en la primera noche que estuvimos en Berlín. Llegamos 45 minutos tarde al encuentro porque nos perdimos. No hacía falta ser muy perceptivo para darse cuenta de que Javier estaba re caliente por el plantón. Charlamos un rato, intenté remar la situación y quedamos en salir juntos el jueves.



Ese día nos fuimos de expedición a Marzahn, un barrio en el que hubo un campo de concentración y luego, con el comunismo, fue el lugar elegido para construir cientos de monoblocs. En sus calles hablamos, gracias a la intervención de Javier, con vecinos, jóvenes y viejos, sobre el comunismo, el muro, el capitalismo y la derrota. Mencionaron a Perón y a Hitler. Nos contaron que antes estaban mejor, que había trabajo y que lo peor que les pasaba era que no podían salir. Hoy a la noche le dije a Perez que me sentía un buen alumno de Polosecki, a quien admiré en mi adolescencia por su desprejuicio por hablar con cualquiera. La historia que encontré para contar fue en un bar de derrotados, con los que charlé a la misma hora en la que U2 tocaba en la Puerta de Bradenburgo.



Agradezco a Javier por haberme ayudado a dialogar con esta gente. También a Perez, por su paciencia en estos días en los que estuve tan monotemático y algo estresado. Acabo de terminar la nota aunque recién la voy a mandar mañana a la mañana, cuando tenga un poco menos de sueño. Ahora espero meterme un poquito más en la ciudad y salir un poco de Marzahn, a donde volvimos hoy por segunda vez. Ojo, voy a seguir laburando. El viernes tengo que entregar una nota para el suplemento No, pero para eso falta mucho y creo que ya no voy a tener tantas limitaciones para el idioma porque no voy a tener que hablar con viejos sino con jóvenes.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Seguro que valieron la pena el esfuerzo y la paciencia de Pérez!!
QUeremos leer la nota. Sale el domingo?
Vamos fiera!

Malhumoretti y Neptuno dijo...

Gracias por no vender el aniversario de la caída del muro como en todos los medios. No se podía esperar menos de uds.

Sil dijo...

¡Para arriba, como pedo de buzo! Un amigo dice que Berlín es la ciudad más triste del mundo. Linda, pero triste.

Marie dijo...

ah no yo quería una infografía con todo sobre el muro
bien clarineta