El primer sábado que estuvimos en Berlín nos agarró cansados. Yo todavía estaba a pleno con la nota para Crítica, Perez se sentía un poquito mal, teníamos invitaciones para dos fiestas pero, pasadas las 23, nos metimos en la cama y al rato ya estábamos durmiendo. Por suerte, una semana después tuvimos revancha.
El segundo sábado berlinés también nos agarró cansados pero de tantas cosas que habíamos hecho en los días previos. Teníamos ganas de salir pero esta vez no nos habían invitado a ningún lado. Cuando parecía todo perdido, entré a Last FM porque me acordé que tiene una agenda internacional. Allí encontré una fiesta balcánica que quedaba a muy pocas cuadras de casa. El plan se armó solito: primero, un kebab en Bagdad, así se llama EL negocio de kebab de Kreuzberg, y después a bailar el unza unza. Por suerte, entre una etapa y otra de la noche, tuvimos una larga espera en la cola, la cual nos permitió hacer la digestión.
El boliche en el que se hizo la fiesta se llamaba Lido y era muy grande y cómodo. La música estuvo excelente durante toda la noche porque no abusó de lo balcánico, sino que también sonaron ritmos árabes y sonó alguna cumbia medio electrónica. El punto más alto de la noche fue la presentación de Rotfront Emigrantski Raggamuffin, una banda que, como no podía ser de otra manera, mezclaba rock con balcánico. La estrella del grupo era, por lejos, su rapero, aunque no participaba de todos los temas.
Durante el recital me di cuenta de que éste es todo un género en Europa y que Shantel es algo así como la primera división. Estos chicos, sin dudas, eran el under. Sonaban bien, le ponían garra, agitaban, pero no lograban explotar en todos los temas. Igual, fue un rato muy divertido. Consejo para el grupo: es difícil trascender si el guitarrista y el bajista son petisos. No se desanimen por su condición de petisos, por el contrario, seguro que los hace más fuertes en su vida personal, pero en escena queda medio raro.
Cuando terminó el show, volvió DJ Merca (Perez lo vio en el exacto momento en que se tomaba un pase, entre tema y tema), así que seguimos bailando un buen rato más. Teníamos ganas acumuladas de dancing. Subimos al escenario cuando se habilitó como parte de la pista y tomamos una cervecita más antes de volver a casa. Gran parte del domingo lo pasé con un zumbido en los oídos, pero no me importó tanto porque había valido la pena.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios:
Que comentario feo el de los petisos. Feo feo... qué ganas de ganar enemigos.
Publicar un comentario